En el archipiélago balear, un sinfín de historias y prácticas han ahondado durante mucho tiempo en los extraños misterios de los mares, el agua, las islas y las formas de vida acuáticas. Sus islas son verdaderas perlas que flotan sobre las profundas aguas del Mediterráneo. Sus costas han sido modeladas y terraformadas para vigilar de cerca las impredecibles aguas y los innumerables cuerpos y pensamientos que las han cruzado.
Últimamente, esta sabiduría insular ha sido redescubierta. Se ha convertido en la fuente de inspiración para nuevas generaciones de amantes del agua y pensadores oceánicos, que han empezado a prestar atención: la atención adecuada a los mares. Han entendido cómo el agua organiza los mundos. Guiados por preocupaciones medioambientales y horrorizados por las numerosas vidas perdidas bajo la negligente vigilancia de los gobiernos y sus agencias, han vuelto a los mares, el agua y las islas para elaborar un nuevo tipo de pedagogía, una pedagogía insular.
Buscando alternativas a las perspectivas fijas y terrestres, los mares ofrecen un generoso excedente con el que pensar. Hemos aprendido que pensar con el agua transforma fundamentalmente el “proyecto de conocimiento”, invitándonos a “desenfocar” y deshacernos de conceptos y paradigmas limitantes, permitiéndonos imaginar las infinitas posibilidades de un mundo en el que todo fluye y está interconectado. La relación e interconexión de toda la vida y el ser en el agua es tangible, tácita, visible, aprehensible. El agua, aparte del aire, es un medio palpable de relación. En el agua, los cuerpos circulan, levitan, flotan, derivan y se ahogan. Bajo la superficie, actúan sobre ellos fuerzas y propiedades alteradas: con distinta presión atmosférica, oxigenación, refracción de la luz, salinidad y dispersión del sonido. Se nos recuerda que nuestros cuerpos están íntimamente conectados a este ciclo hidrológico, interactuando constantemente con el agua y otros medios hidrófilos a través de actividades como comer, escupir, orinar, eyacular y llorar. El agua almacena y archiva. El agua descompone las sustancias extrañas al tiempo que conserva sus rastros y evidencias micromoleculares, ya sean plásticos, antibióticos, residuos de desechos y sus historias.
En el ámbito del pensamiento ecocrítico, estas contranarrativas y experiencias alteradas han sido anunciadas como un método de "conocer de otro modo". Esta noción de "lo otro" desempeña un papel indispensable en la configuración de las prácticas pedagógicas, sobre todo en el contexto de la reflexión y el cuidado de las islas y los mundos acuáticos que las rodean. Las epistemologías y preferencias orientadas a la tierra han creado dicotomías y jerarquías que subordinan determinados cuerpos y experiencias. El hecho de revertir estas dinámicas de poder es insuficiente. En su lugar, ¿podemos imaginar una cosmovisión “mareomotriz”, inspirada en Kamau Brathwaite, el poeta e historiador barbadense? Esta cosmovisión, comparada con el aumento y la caída de las mareas, desafía las nociones terracéntricas de tiempo, geografía, gravedad, volumen, escala y movimiento que hemos heredado. La indeterminación del mar, caracterizada por su liquidez, fluidez, inestabilidad, incertidumbre y propiedades transitorias, invita a nuevas conexiones e interacciones en la vida, el arte, los medios de comunicación y las prácticas pedagógicas, merecedoras de nuestra inquebrantable atención.
Algunas sugerencias prácticas para una pedagogía insular:
El lugar de la pedagogía insular: La enseñanza sobre el mar se extiende más allá de las aulas y los libros. Abarca el agua misma, sus orillas, pantanos, canales y las diversas formas de vida que alberga. Para comprometernos con el agua y sus complejidades, debemos empezar por sumergirnos en su materialidad, sus sonidos, sus olas, sus olores, sus escalas cambiantes, sus temporalidades no lineales y su rica capacidad estética. Sentir, intuir, dar sentido y reconocer la naturaleza siempre cambiante del agua en sus diversos estados: sólido (hielo y pantanos), líquido (mares, ríos, lagos) y gaseoso (viento); y fuerzas como el magnetismo y la gravedad. Estos elementos están interconectados y contribuyen a nuestra comprensión siempre parcial y momentánea del mar.
Los expertos: Los conocimientos especializados sobre los océanos residen en diversas personas y comunidades, incluidos pescadores, pescaderos, constructores de barcos, marineros, nadadores y conservacionistas. Estos expertos pueden ofrecer valiosas perspectivas sobre el agua y cómo la perciben, la entienden, la experimentan, hablan con ella. Es importante destacar sus conocimientos y entablar un diálogo. Así pues, dirígete a los expertos correctos.
Herramientas: Las herramientas que nos han sido transmitidas han sido sometidas a rigurosas evaluaciones, revisiones paritarias, participaciones en consejos educativos, adaptaciones a grupos de edad y han sido específicamente pensadas para propuestas pedagógicas. Tal vez, la noción convencional de “niño estándar” o “estudiante” como receptor de estos conocimientos no representa con exactitud las perspectivas acuafílicas de los niños de las islas. Para inspirar a nuevos colectivos oceanográficos, debemos identificar las herramientas requeridas para que se conviertan en guardianes y expertos en sus mares. ¿Saben nadar, bucear, navegar en velero, identificar peces, algas y hierbas marinas y evaluar la salud de sus océanos? ¿Comprenden el impacto de la contaminación en su isla y cómo los ecosistemas se comunican entre sí a través de diversos mundos de vida? ¿Han hablado con la posidonia y escuchado sus lamentos y su dolor?
Cuidados en la isla: A través de la pedagogía insular, cuando los alumnos se convierten en estudiantes del mar, ¿qué contribuciones pueden hacer al bienestar de los mares? ¿Podemos inculcarles el deseo de tratar el mar no como un recurso que explotar, sino como algo para tomar prestado, pidiendo permiso para ello, corresponder y cuidar? Quizás siempre han sentido que el mar posee un nombre, una identidad, y una historia que compartir. Puede que lo hayan percibido como un lugar de secretos y misterios. Así, la pedagogía insular se convierte en una práctica de cuidado y crianza, un acto de devolución, de retorno, de creación de archivos de objetos (en la memoria del mar), y narraciones (para preservar las antiguas formas de abordar y entender el mar).
Hemos aprendido recientemente que los políticos temen el poder de los jóvenes que “se preocupan” y “exigen” que se les tome en serio; basta pensar en Greta Thunberg, Fridays for Future y Extinction Rebellion. No hay nada que les intimide más. El antropólogo Tim Ingold habla persuasivamente de una alianza política entre los ancianos, es decir, los abuelos, y los nietos, individuos a menudo considerados inconsecuentes en la toma de decisiones políticas. Al considerar los mares y la sostenibilidad de nuestro "proyecto humano", debemos tomarnos en serio la alianza entre abuelo y nieto. Empezar de cero con cada generación ya no es viable. Debemos asegurarnos de que la generación más joven esté dotada del conocimiento y la sabiduría transmitida por sus mayores.
Fuente de la imagen: Fundación Mallorca Preservation
In the Balearic archipelago, a wealth of stories and practices has long delved into the alien mysteries of the seas, water, islands, and aquatic life forms. Its islands are indeed pearls afloat in the deep waters of the Mediterraneans. Their coastlines have been shaped and terraformed to keep a close watch over the unpredictable waters and the countless bodies and thoughts that have crossed them.
Lately, this island wisdom has been rediscovered. It has become the source of inspiration for new generations of water lovers and ocean thinkers, who have started to pay attention, the right kind of attention to the seas. They have understood how water organizes worlds. Guided by environmental concerns and appalled by the many lives lost under the negligent watch of governments and their agencies, they have turned to the seas, to water, and to islands for crafting a new kind of pedagogy, an island pedagogy.
Seeking alternatives to fixed, earthbound perspectives, the seas offer a generous surplus to think with. We have learned that thinking with water fundamentally transforms the "knowledge project", inviting us to "unfocus" and shed limiting concepts and paradigms, allowing us to envision the infinite possibilities of a world where everything flows and is interconnected. The relationality and interconnectedness of all life and being in water is tangible, tacit, visible, graspable. Water, other than air, is a palpable medium of relation. In water, bodies circulate, levitate, float, drift, and drown. Below the surface, altered forces and properties act upon them: with different atmospheric pressure, oxygenation, light refraction, salinity, and sound dispersal. We are reminded that our bodies are intimately connected to this hydrological cycle, constantly interacting with water and other hydrophilic environments through activities like eating, spitting, urinating, ejaculating, and crying. Water stores and archives. Water decomposes foreign substances while preserving their traces and micromolecular evidence, be it plastics, antibiotics, waste residues, and their histories.
Within the realm of eco-critical thought, these counternarratives and altered experiences have been heralded as a means of "knowing otherwise". This notion of the otherwise plays an indispensable role in shaping pedagogical practices, particularly in the context of thinking with and caring for islands and their surrounding waterworlds. Land-oriented epistemologies and preferences have created dichotomies and hierarchies that subordinate certain bodies and experiences. Simply reversing these power dynamics is insufficient. Instead, can we dare to imagine a "tidalectical" worldview, inspired by Kamau Brathwaite, the Barbadian poet and historian? This worldview, likened to the ebb and flow of tides, defies the terracentric notions of time, geography, gravity, volume, scale, and movement that we have inherited. The indeterminacy of the sea, characterized by liquidity, fluidity, instability, uncertainty, and transitory properties invites new connections and interactions in life, art, media, and pedagogic practices, deserving of our unwavering attention.
A few practical suggestions towards an island pedagogy:
The site of island pedagogy: The field of teaching about the sea extends beyond the classroom and books. It encompasses the water itself, its shores, wetlands, canals, and the diverse life forms within it. To engage with water and its complexities, we begin by immersing in its materiality, sounds, waves, smells, shifting scales, non-linear temporalities, and its rich aesthetic capacities. Sensing, intuiting, making sense, and acknowledging the ever-changing nature of water requires an understanding of its different states —solid (ice and wetlands), liquid (seas, rivers, lakes), gas (wind)— as well as forces like magnetism and gravity. These elements are interconnected and contribute to our always partial and always momentary understanding of the sea.
The experts: The expertise on oceans resides in various individuals and communities, including fishermen, fishmongers, boat builders, sailors, swimmers, canalization crews, and conservationists. These experts can offer valuable insights into water and how they perceive, understand, experience it, talk to it, perhaps? It is important to seek their knowledge and engage in dialogue. Thus: address the right experts.
Tools: The tools passed down to us have undergone rigorous evaluations, peer reviews, involvement of education boards, adapted to age groups and have been specifically prepared for pedagogic purposes. Perhaps, the conventional notion of a "standard child" or "student" as the recipient of this knowledge may not accurately represent the aquaphilic perspectives of island dwellers. To inspire new ocean collectives, we must identify the tools they require to become guardians and experts of their seas. Can they swim, dive, navigate vessels, identify fish, algae and sea grasses, and assess the health of their waters? Do they understand the implications of pollution for their island and how ecosystems talk to each other across various lifeworlds? Have they spoken to the Posidonia grass and heard its laments and grief?
Island care: Through island pedagogy, when students become students of the sea, what contributions can they make to the well-being of the seas? Can we instill in them the desire to treat the sea not as a resource to exploit but as something to borrow from, to seek permission, to reciprocate and care for? Perhaps they have always sensed that the sea possesses a name, an identity, and stories to share. They may have perceived it as a place of secrets and mysteries. Thus, island pedagogy becomes a practice of caring and nurturing—an act of giving back, of returning, of creating archives of objects (in the sea's memory), and narratives (to preserve the ancient ways of addressing and understanding the sea).
We have recently learned that politicians are genuinely afraid of the power of youth who "care" and "demand" to be taken seriously–just think about Greta Thunberg, Fridays for Future and the Extinction Rebellions. Nothing seems more intimidating to them. Anthropologist Tim Ingold persuasively speaks of a political alliance between the elders, i.e. the grandparents, and grandchildren—the individuals often deemed inconsequential in political decision-making. When considering the seas and the sustainability of our "human project," we must take seriously the grandparent-grandchild alliance. Starting from scratch with each generation is no longer viable. We must ensure that the youngest generation is equipped with the knowledge and wisdom passed down by their elders.
Image source: Mallorca Preservation Foundation
En l'arxipèlag balear, una infinitat d'històries i pràctiques han aprofundit durant molt de temps en els estranys misteris de les mars, l'aigua, les illes i les formes de vida aquàtiques. Les seves illes són veritables perles que suren sobre les profundes aigües del Mediterrani. Les seves costes han estat modelades i terraformades per a vigilar de prop les impredictibles aigües i els innombrables cossos i pensaments que les han creuat.
Últimament, aquesta saviesa insular ha estat redescoberta. S'ha convertit en la font d'inspiració per a noves generacions d'amants de l'aigua i pensadors oceànics, que han començat a parar atenció: l'atenció adequada a les mars. Han entès com l'aigua organitza els mons. Guiats per preocupacions mediambientals i horroritzats per les nombroses vides perdudes sota la negligent vigilància dels governs i les seves agències, han tornat a les mars, l'aigua i les illes per a elaborar un nou tipus de pedagogia, una pedagogia insular.
Buscant alternatives a les perspectives fixes i terrestres, les mars ofereixen un generós excedent amb el qual pensar. Hem après que pensar amb l’aigua transforma fonamentalment el “projecte de coneixement”, convidant-nos a “desenfocar” i desfer-nos de conceptes i paradigmes limitants, permetent-nos imaginar les infinites possibilitats d’un món on tot flueix i està interconnectat. La relació i interconnexió de tota la vida i l'ésser en l'aigua és tangible, tàcita, visible, aprehensible. L'aigua, a part de l'aire, és un mitjà palpable de relació. En l'aigua, els cossos circulen, leviten, suren, deriven i s'ofeguen. Sota la superfície, actuen sobre ells forces i propietats alterades: amb diferent pressió atmosfèrica, oxigenació, refracció de la llum, salinitat i dispersió del so. Se'ns recorda que els nostres cossos estan íntimament connectats a aquest cicle hidrològic, interactuant constantment amb l'aigua i altres mitjans hidròfils a través d'activitats com menjar, escopir, orinar, ejacular i plorar. L'aigua emmagatzema i arxiva. L'aigua descompon les substàncies estranyes al mateix temps que conserva els seus rastres i evidències micromoleculars, ja siguin plàstics, antibiòtics, residus de deixalles i les seves històries.
En l'àmbit del pensament ecocrític, aquestes contra-narratives i experiències alterades han estat anunciades com un mètode de "conèixer d'una altra manera". Aquesta noció de l’altre juga un rol crucial en l’intercanvi de pràctiques pedagògiques, particularment en el context de la reflexió i la cura de les illes i el món aquàtic que les rodeja. Les epistemologies i preferències orientades cap a la terra han creat dicotomies i jerarquies que subordinen determinats cossos i experiències. Revertir aquestes dinàmiques de poder és insuficient. Al seu torn, podem imaginar una cosmovisió “mareomotriu”, inspirada en Kamau Brathwaite, el poeta i historiador barbadià? Aquesta cosmovisió, comparada amb l’augment i la caiguda de les marees, desafia les nocions terracèntriques de temps, geografia, gravetat, volum, escala i moviment que hem heretat. La indeterminació de la mar, caracteritzada per la seva liquidesa, fluïdesa, inestabilitat, incertesa i propietats transitòries, convida a noves connexions i interaccions en la vida, l'art, els mitjans de comunicació i les pràctiques pedagògiques, mereixedores de la nostra indestructible atenció.
Algunes suggerències pràctiques per a una pedagogia insular:
El lloc de la pedagogia insular: L’ensenyament sobre la mar s'estén més enllà de les aules i els llibres. Abasta l'aigua mateixa, les seves ribes, aiguamolls, canals i les diverses formes de vida que alberga. Per a comprometre'ns amb l’aigua i les seves complexitats, hem de començar per submergir-nos en la seva materialitat, els seus sons, les seves ones, les seves olors, les seves escales canviants, les seves temporalitats no lineals i la seva rica capacitat estètica. Sentir, intuir, donar sentit i reconèixer la natura sempre canviant de l’aigua en els seus diversos estats: sòlid (gel i aiguamolls), líquid (mars, rius, llacs) i gasós (vent); i forces com el magnetisme i la gravetat. Aquests elements estan interconnectats i contribueixen a la nostra comprensió sempre parcial i momentània de la mar.
Els experts: Els coneixements especialitzats sobre els oceans resideixen en diverses persones i comunitats, inclosos pescadors, pescaters, constructors de vaixells, mariners, nedadors i conservacionistes. Aquests experts poden oferir valuoses perspectives sobre l'aigua i com la perceben, l'entenen, l'experimenten, parlen amb ella. És important destacar els seus coneixements i entaular un diàleg. Així doncs, dirigeix-te als experts correctes.
Eines: Les eines que ens han estat transmeses han estat sotmeses a rigoroses avaluacions, revisions paritàries, participacions en consells educatius, adaptacions a grups d'edat i han estat específicament pensades per a propostes pedagògiques. Tal vegada, la noció convencional de “nen estàndard” o “estudiant” com a receptor d'aquests coneixements no representa amb exactitud les perspectives “aquafíliques” dels nens de les illes. Per a inspirar a nous col·lectius oceanogràfics, hem d'identificar les eines requerides perquè es converteixin en guardians i experts en les seves mars. Saben nedar, bussejar, navegar en veler, identificar peixos, algues i herbes marines i avaluar la salut dels seus oceans? Comprenen l'impacte de la contaminació a la seva illa i com els ecosistemes es comuniquen entre si a través de diversos mons de vida? Han parlat amb la posidònia i escoltat els seus laments i el seu dolor?
Cures a l’illa: A través de la pedagogia insular, quan els alumnes es converteixen en estudiants de la mar, quines contribucions poden fer al benestar de les mars? Podem inculcar-los el desig de tractar la mar no pas com un recurs que explotar, sinó com alguna cosa per manllevar, per a demanar permís, correspondre i tenir cura de? Potser sempre han sentit que la mar posseeix un nom, una identitat, i una història que compartir. Tal volta ho hagin percebut com un lloc de secrets i misteris. D’aquesta manera, la pedagogia insular es converteix en una pràctica de cura i criança, un acte de devolució, de retorn, de creació d’arxius d’objectes (en la memòria de la mar), i les narracions (per a preservar les antigues maneres d’abordar i entendre la mar).
Hem après recentment que els polítics temen el poder dels joves que “es preocupen” i “exigeixen” que se'ls prengui de debò; basta pensar en Greta Thunberg, Fridays for Future i Extinction Rebellion. No hi ha res que els intimidi més. L'antropòleg Tim Ingold parla persuasivament d'una aliança política entre els ancians, és a dir, els padrins, i els nets, individus sovint considerats inconseqüents en la presa de decisions polítiques. En considerar les mars i la sostenibilitat del nostre "projecte humà", hem de prendre'ns de debò l'aliança entre padrí i net. Començar de zero amb cada generació ja no és viable. Hem d'assegurar-nos que la generació més jove estigui dotada del coneixement i la saviesa transmesa pels seus majors.
Font de la imatge: Fundació Mallorca Preservation